No se si habrá otro país donde la gente viva tan despreocupada… acá se ven cosas, que aparte de llamar poderosamente mi atención, ponen en evidencia la tranquilidad que se respira en este país, probable razón por la cual los islandeses están en el “Top Ten” de los pueblos más felices del mundo según el “World Database of Happiness”.
Como originaria de un país en desarrollo, crecí con la idea de que no hay que hablarle a extraños así le ofrezcan a uno confites y caramelos o cualquier otra cosa, pero acá los chiquillos deambulan libremente por donde mejor les parece sin mayor problema, mientras sus papás, sin mayor preocupación al respecto, se encargan de otros asuntos.
Los islandeses, al menos acá en el este, no cierran sus casas con llave cuando van a trabajar. Cuando el invierno está en la cúspide y el frío en lo más y mejor, muchos de ellos no apagan sus carros cuando van al supermercado o mientras hacen cualquier mandado… de hecho la semana pasada que estuvimos a -10C y menos, nos tocó ver una chiquita sola dormida dentro de un carro encendido a las afueras de Bonus (como decir Mas x Menos o Palí). Claro uno lo entiende cuando se monta al carro frrrrrío y la calefacción nada que calienta.
Los robos son algo totalmente inusuales y dignos de salir en las noticias si ocurren alguna vez en mucho tiempo. Las bicicletas permanecen afuera, la mayoría de las veces sin encadenar, y ahí se quedan tiradas hasta que su dueño la ocupe para alguna diligencia o simplemente el clima permita darse un plácido paseo por el pueblo. Las tapias no se conocen y mucho menos el alambre navaja.
La gente confía en la gente, y son sumamente solidarios entre ellos. A nosotros foráneos de piel oscura (bueno cuando llegamos, por que ya adquirimos bronceado de morgue), nos abrieron las puertas sin ni siquiera conocernos… nos dieron las llaves y la clave de la alarma del museo por ejemplo sin la mínima duda al respecto. Además son gente sin prejuicios… uno no se siente rechazado por ser minoría y muchos menos por ser latino, todo lo contrario… cuando saben que somos de Latinoamérica, se acercan los menos tímidos a preguntarnos sobre la vida en el trópico, la comida, el español, el bailar salsa y demás cosas diferentes a su entorno. Por supuesto, no falta la típica interrogante “How do you like Iceland?” o “Why Iceland?”.
Son afortunados, ya que esto es, me imagino, como el San José de hace muchísimos años, cuando la gente era realmente honrada, pero además gozan de la tecnología de punta en Europa. Y esto se mantiene por el hecho de ser una isla y por el clima, el cual son pocos inmigrantes los que están deseosos de experimentar.
Supongo que como una forma de prepararlos para el entorno, los bebés y chiquitos islandeses duermen la siesta… AFUERA… si, pero ya pregunté – ¿Hasta que tan frío los ponen a dormir afuera? Ah no, que no esté muy frío, como hasta -8C. Claro los coches los forran con diferentes telas e impermeables dependiendo del clima (nieve, lluvia o viento), y a los chiquillos los forran con mitones, gorros, y demás. Dicen que es una costumbre desde los viejos tiempos… aparte muchas veces es el único momento en que los bebés respiran aire fresco y aparte parece ser que duermen mucho mejor. Tal vez si en nuestro país no hubiera delincuencia ni mosquitos, podríamos sacar los güilas a echarse un sueñito afuera, y de fijo dormirían muy sabroso.
En fin, la paz y la tranquilidad que se respira al menos en la parte este de la isla, no deja de generarme un poquitín de envidia, pero de la buena.
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