Con el frío todo parece reducirse. Por lo general todo está quieto… muy quieto. No se escucha nada salvo que sople el viento o pase eventualmente un carro. Nada se mueve. Los colores en el paisaje son pocos… blanco, blanco y más blanco, con cafés y grises. Los olores en el ambiente son mínimos, sólo se tiene la sensación del “olor a frío”. Esto es muy evidente, dado que mi nariz estaba acostumbrada al barullo de almizcles que lo asaltan a uno en Costa Rica por el simple hecho de respirar o “asomar la nariz” a la calle… bueno y ni que decir ir al Puerto!
La gente cuando sale tiene un propósito… es decir va a ir a hacer algo específico. No se ve gente en la calle “paseándose” a pie ni en broma, sólo de repente alguien que sale velozzz de un carro y entra a una tienda, y pocos instantes después regresa a la misma velocidad.
El vivir un invierno, tan frío y tan largo, hace que uno comprenda a los grandes compositores y a todos los artistas que de alguna manera han querido plasmar de alguna forma la alegría que debe sentirse cuando inicia la primavera.
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